He leído en alguna prensa de hoy (27 de junio de 2023) que algunos personajes de la extrema izquierda y la más irredenta versión del independentismo catalán, han propuesto prohibir el consumo de carne de cerdo en las fiestas y celebraciones, para evitar ofender a nuestros vecinos musulmanes.
La cosa movería a risa si no fuera por el calado, mucho más hondo de lo que a simple vista parece, que pretende socavar algunas de las costumbres y celebraciones más antiguas de nuestra, que no suya, Catalunya: l’Aplec del Caragol de Lleida, el Rantxo de Ponts, La Garrinada d’Argentona, la Botifarrada Popular de Calafell, y tantísimas otras que, de tantas que son, no arriesgaré a pretender nombrarlas todas.
Pero, ¿qué hemos hecho tan mal para tener entre nosotros a tantos y tantos afectados de idiotia summa? ¿Es que alguien puede nombrarme un país, uno solo, cuya religión única y obligatoria sea el Islam, que haya mostrado en algún momento el menor sesgo de reciprocidad con respecto a Occidente?
Te pondré un ejemplo, lector: los católicos marroquíes, justo aquí al lado, no pueden asistir a Misa desde 2017; se arriesgan a ser detenidos y encarcelados. No pueden bautizar cristianamente a sus hijos, a los que no pueden inscribir con nombres cristianos, no pueden contraer matrimonio religioso cristiano, ni celebrar la Primera Comunión de sus hijos; no pueden evitar que sus hijos reciban adoctrinamiento islámico en las escuelas, etc. ¿Te sorprende? Está sucediendo justo aquí al lado.
Occidente, y me refiero a los países y naciones que, inspirados por la idea cristiana del respeto a la propiedad, la laicidad de los Estados, el respeto a unas normas y leyes elaboradas,dictadas y promulgadas democráticamente, la libertad de pensamiento, expresión, reunión, asociación y manifestación, la libertad de prensa, es, y representa, no lo olvides lector, lo que los musulmanes más odian en el mundo. Su más íntimo deseo es la conquista violenta y “eliminación” de Occidente, que es justamente lo contrario de lo que son ellos, con sus estados teocráticos y sistemas de poder monolíticos.
No deberíamos dejarnos engañar por esos musulmanes que, con aparentes buenas formas, se dirigen a nosotros pidiéndonos que renunciemos a aquello que venimos respetando y practicando desde hace siglos.
Las fiestas populares son lo que son: fiestas. Precisamente por serlo, representan la libertad de cada uno de participar en ellas o abstenerse.
Conozco a mucha buena gente que no asiste a fiestas en las que hay petardos y fuego por temor a resultar heridos; si tú, musulmán, temes que participar en una fiesta puede condenarte al infierno, simplemente no asistas. Esa es la diferencia entre vosotros y nosotros: No te imponemos asistir, ni participar, ni no participar, es decir, puedes hacer lo que te dé la gana.
Y tú, idiota crónico, que eres de aquí, que vives en democracia, con todo lo que ello representa, ¿propones a la gente que vive en la civilización, el progreso y el respeto a las ideas y costumbres de todos, que evite ofender a quien no te pide respeto sino rendición y sumisión?
Vete una temporada a vivir a Irán, o Nigeria, o Yemen, por ejemplo. Una vez allí, sin ocultar que eres cristiano, pídeles buenamente que no profanen iglesias ni discriminen o asesinen a cristianos, y luego me cuentas lo del respeto y la reciprocidad.
Juan Vicente Sampedro Cortés